Hasta hace muy poco, el suelo agrícola era considerado un sustrato inerte para las plantas. El concepto era bastante simple: Pongamos los nutrientes que la planta necesita en él (Nitrógeno, Fósforo, Potasio y otros micronutrientes) y la planta crecerá y crecerá.
Si es así de simple ¿por qué cada vez nos cuesta producir más?
Esta concepción de la agricultura, muy relacionada con la revolución verde, parecía funcionar hasta que la realidad ha puesto de manifiesto las limitaciones de producción de alimentos en muchas explotaciones, los problemas de la fertilización química y la degradación de los suelos; los cuales se han convertido en verdaderos problemas mundiales según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura).
En los últimos años hemos aprendido que el suelo no es un sustrato inerte, sino un organismo vivo a través del cual las plantas se nutren (y enferman), que está compuesto por muchos microorganismos, denominado el microbioma del suelo. Estos microorganismos son los responsables de todo lo que le ocurre a la planta y los cultivos, puesto que cada uno tiene su propia función y se relacionan entre sí de manera diferente.
Un suelo sin vida reduce el crecimiento y la producción de los cultivos. Por eso, la agricultura moderna (no sólo la ecológica) consiste en cuidar los microbios que habitan en el suelo para que estos cuiden las plantas y cultivos. Un agricultor competente -y no digamos un técnico- no solo debe saber cultivar y saber de suelos, pues es la base de la agricultura, además debe conocer los microorganismos que existen en su suelo para tomar las mejores decisiones.
Estos son cuatro mandamientos para cuidar el suelo:
- Los fertilizantes químicos atacan la vida del suelo y por tanto su funcionalidad para nutrir y proteger a las plantas a medio plazo.
- Con la erosión se va la fertilidad de la capa superficial del suelo.
- Un suelo desnudo, sin cubiertas, pierde poco a poco su capacidad de sustentar cultivos rentables.
- La biodiversidad (cantidad de microorganismos) del suelo es clave para que la planta se nutra, se proteja de las enfermedades y resista los eventos adversos climáticos.
Hasta ahora conocer cómo funcionaba un suelo vivo era imposible, en un gramo de suelo hay millares de especies de microorganismos y que estos se relacionan entre si de maneras diversas y cada uno tiene funciones diferentes. Sabíamos que la vida en el suelo era determinante, pero no disponíamos de tecnología para ello.
Las nuevas tecnologías, con sus costes reducidos de biogenómica, big data e inteligencia artificial abren ahora la puerta a una nueva agricultura que comprenda y mejore a la vida del suelo para que este mejore la fertilidad de las fincas.
Estas técnicas proporcionan los datos sobre la biodiversidad de microorganismos del suelo, la salud y las vías de nutrición en las plantas. Podríamos compararlo a una PCR aplicada a los humanos, que detecta los microorganismos peligrosos y las dificultades de nutrición, y nos da información para mejorar y prevenir la salud del paciente.
Para poder hacer este tipo de análisis, Biome Makers ha creado la tecnología BeCrop®, que proporciona esta información que se necesita mejorar la toma de decisiones en la gestión agrícola.
Con BeCrop® una explotación ya puede disponer de un estudio completo de la vida de su suelo (en muchos casos pueden acogerse a ayudas públicas).
Programa Analiza la Vida de Tu Suelo
La Fundación Agroecosistema junto con Biome Makers ha puesto en marcha un programa para el análisis del bioma, su digitalización para la fácil gestión de los datos obtenidos y la ayuda a la toma de decisiones para mejorar tus cultivos y tu suelo.
Este programa permite para 102 tipos de cultivos: mejorar la nutrición de las plantas, la resistencia del suelo a las adversidades, prevenir enfermedades, etc. (y Además de ahorrar en fertilizantes y tratamientos).
Si tienes una explotación y estás interesado, consulta con nosotros este programa, el cual es subvencionable al 100% mediante ayudas públicas.
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