Sector Agroalimentario y Junta de Andalucía, unidos en su apuesta por la sostenibilidad

El sector agroalimentario andaluz es un referente a nivel mundial por la calidad de nuestra oferta, por su sostenibilidad y porque nuestros productos son garantía de seguridad alimentaria. Los agricultores y ganaderos de Andalucía, así como los responsables de las industrias y demás empresas del sector, ya han conquistado medio mundo con su buen hacer, pero en 2020, además, nos han mostrado su implicación social. Han trabajado desde el primer día de la pandemia para seguir llenando nuestras despensas de alimentos de la más alta calidad. Han hecho frente a unas complicadas condiciones de trabajo para que los mercados no quedaran desabastecidos y, todo ello, afrontando también al impacto económico que ha tenido la crisis sanitaria en el sector.

Han sido unos verdaderos héroes en estos momentos de especial dificultad y, además, siguen trabajando por la sociedad y el planeta a través de su apuesta por técnicas sostenibles, como la producción ecológica, con el fin de conservar tanto una actividad tradicional y necesaria como un medio natural de gran riqueza y valor ambiental. En sólo un año, y a pesar de los efectos de la Covid-19, Andalucía sumó el pasado año 33.500 hectáreas ecológicas hasta rozar una extensión de 1,1 millones de hectáreas. Y el número de operadores también ha crecido, nada más y nada menos, que en 1.500 personas y empresas que desarrollan una actividad productiva certificada como ecológica.

Y me gustaría detenerme en este punto para destacar la importancia de la certificación. Los operadores ecológicos, ya sean productores, elaboradores o comercializadores, cumplen con unos requisitos establecidos en la normativa dirigidos a garantizar que los alimentos que llevan al mercado son ecológicos, es decir, se han obtenido de forma respetuosa con el entorno. Han realizado un “esfuerzo extra” para ello, han invertido más recursos y, en ocasiones, han renunciado, quizás, a una mayor productividad de sus fincas o empresas por dar prioridad a la conservación de la naturaleza. Y si la relación de estos agentes de la cadena de comercialización con los consumidores ya no es directa, como solía ser anteriormente, ¿Cómo pueden transmitir a la sociedad que sus alimentos cuentan con esas cualidades diferenciadas? El etiquetado de los alimentos juega aquí una gran labor, y las certificadoras son, en este caso, las encargadas de hacernos llegar la información a los consumidores finales. Los distintivos de calidad diferenciada, como es el caso del logotipo de producción ecológica, tienen una enorme importancia porque son, al fin y al cabo, la vía que los alimentos y sus productores tienen para comunicarse con los ciudadanos.

Y si los consumidores responden a la implicación de los productores a través de su fidelidad en los mercados, ¿Cómo puede la Administración pública devolver al sector agroalimentario su apuesta por la sostenibilidad? En el caso de la Junta de Andalucía, lo tenemos claro: apoyando a los agricultores, ganaderos y empresarios ecológicos en todo lo que está en nuestra mano. La interlocución con los representantes del sector para conocer sus necesidades es vital, así como defender sus intereses más allá de nuestras fronteras para procurar que se oiga también su voz, por ejemplo, en el proceso de reforma de la Política Agrícola Común (PAC) en el que actualmente nos encontramos inmersos.

Además, también debemos poner a su disposición los fondos necesarios para que puedan tener garantizada, en la medida de lo posible, la rentabilidad de sus explotaciones e industrias. Precisamente, la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible ha publicado una nueva convocatoria de ayudas dirigidas al sector ecológico que se corresponde, concretamente, con la Medida 11 (Agricultura Ecológica) del Programa de Desarrollo Rural (PDR) de Andalucía 2014-2020.

Estos incentivos, cuyo presupuesto global asciende a 16,5 millones de euros, presentan en 2021 una importante novedad que incide doblemente en la conservación del entorno y del rico patrimonio natural de Andalucía: tendrán prioridad para recibir estas ayudas aquellos agricultores y ganaderos que desarrollen su actividad en el entorno de Parques Naturales o Nacionales y apuesten por convertirse o mantener su apuesta por la producción ecológica.

Con la convocatoria de 2021, que supone una ampliación de los cinco años previstos inicialmente en el marco del PDR 2014-2020, el conjunto de ayudas agroambientales alcanza este año los 43,6 millones de euros y las subvenciones para agricultura y ganadería ecológicas, los 51,5 millones de euros. Si a estos fondos le sumamos la convocatoria prevista para las zonas con limitaciones naturales y los incentivos que el actual Gobierno andaluz ha puesto al servicio de la ganadería extensiva por primera vez en todo el marco, la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, que tengo el honor de dirigir moviliza a través del Programa de Desarrollo Rural un total de 135 millones de euros para fomentar prácticas más respetuosas y sostenibles.

Estas ayudas son especialmente importantes en ciertos subsectores en los que, dada la baja rentabilidad de las explotaciones, se corre el riesgo de abandono de unas prácticas que, además de ofrecernos alimentos de excelencia para nuestras despensas, suponen beneficios para el planeta que no podemos desdeñar. Las explotaciones agrícolas en zonas de montaña, por ejemplo, contribuyen a evitar la erosión del suelo, lo que, a su vez y entre otras consecuencias positivas, reduce la acumulación de sedimentos en las aguas gracias al agarre que proporcionan las raíces de los cultivos y, por tanto, incide en la mejora de la calidad de este recurso natural que, por cierto, escasea en nuestra región.

La Revolución Verde es bandera y motor del actual Ejecutivo andaluz, que está convencido de la necesidad de aprovechar de forma sostenible los recursos que nos ofrece la Comunidad Autónoma para, de esta forma, conservar la naturaleza, favorecer la generación de riqueza en las zonas rurales y afianzar la población de estas áreas que en otras regiones se están despoblando por carecer de oportunidades.