La producción ecológica es un sistema de obtención de alimentos que combina las mejores prácticas ambientales y de protección del clima junto con un elevado nivel de biodiversidad y de preservación de los recursos naturales, así como la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal. Tiene por finalidad obtener una producción agroalimentaria de gran calidad con ausencia de residuos químicos de síntesis y atendiendo a la creciente demanda de las personas consumidoras que piden alimentos obtenidos de forma segura y a partir de sustancias y procesos naturales.
El Reglamento 2018/848 del Parlamento Europeo y del Consejo, adoptado el 30 de mayo, y que sustituye la anterior normativa, establece el nuevo marco regulatorio de la agricultura, ganadería y elaboración ecológicas. Esta norma también reconoce el doble papel social de la producción ecológica, al proveer una amplia gama de alimentos de alta calidad, además de servicios ecosistémicos que contribuyen a la protección del medio ambiente, del clima, al bienestar animal y al desarrollo rural. Este Reglamento persigue establecer unas condiciones de competencia equitativas para los operadores, armonizar y simplificar las normas y aumentar la confianza de los consumidores en los productos ecológicos y en el logotipo de producción ecológica de la UE.u entrada de vigor estaba prevista para el 1 de enero de 2021, aunque recientemente se ha propuesto el retraso en su aplicación, ya que falta por concluir una buena parte de la legislación secundaria en actos delegados y actos de ejecución. La Comisión ha entendido que, a fin de garantizar el buen funcionamiento del mercado interior, proporcionar seguridad jurídica a todos operadores ecológicos, y para evitar posibles perturbaciones del mercado, es necesario retrasar la fecha de aplicación del Reglamento (UE) 2018/848 por un año. No se trata de una decisión final pues esta propuesta debe ser aprobada también por el Consejo y el Parlamento, aunque se prevé que se acepte este aplazamiento sin presentar más enmiendas.
La situación actual de crisis sanitaria global sin precedentes, provocada por el COVID 19 ha supuesto un desafío para los Estados miembros, así como una pesada carga para las autoridades nacionales y operadores ecológicos. Esta pandemia que arranca a principios del año 2020 ha exigido una adaptación sustancial del sector ecológico en términos de producción, marketing, controles y comercio internacional no previstas en el momento de adopción del Reglamento. Todo ello ha tenido un impacto significativo en diversas áreas del RE (UE) 2018/848 que hace probable que los Estados Miembros y los operadores ecológicos puedan no estar preparados para garantizar la correcta aplicación en la fecha prevista.
El nuevo reglamento ecológico prevé la adopción de numerosos actos delegados y medidas de ejecución para especificar las normas técnicas relacionadas, como, las normas de producción, los nuevos productos y especies introducidos en el ámbito de aplicación (Figura 1), la certificación de grupos o el sistema de control. A pesar del intenso trabajo de la Comisión y los Estados miembros, muchos de estos requisitos técnicos necesitan todavía de discusión y debate, así como su adopción por los Estados miembros, dejando en el mejor de los casos solo unas pocas semanas para que los operadores ecológicos se adapten a las nuevas reglas y para que las entidades de certificación puedan acreditarse. Para todo el sector en su conjunto es necesario dar más tiempo a las instituciones para finalizar las discusiones sobre este conjunto complejo de legislación secundaria y garantizar la calidad y la aplicabilidad de las futuras reglas.
En el mismo comunicado del 4 de septiembre, la Comisión anuncia que el próximo Plan de Acción Ecológico de la UE está abierto a consulta pública hasta el 23 de octubre 2020. Este plan de acción europeo, generará un marco de armonización de las estrategias estales, con el objetivo común de extensión de la producción ecológica en condiciones de competencia equitativa y aumento de la confianza de los consumidores.
La reciente adopción de la Estrategia de la Granja a la Mesa (Farm to Fork Strategy) identifica la producción ecológica como una de las claves para la creación de un sistema alimentario sostenible, junto con la reducción del uso de plaguicidas, fertilizantes sintéticos y antimicrobianos. Por otro lado, la Estrategia de Biodiversidad, reconoce el importante papel de la producción ecológica, los sistemas agrosilvopastoriles, el uso de variedades locales y la incorporación de otros principios agroecológicos para la conservación de la biodiversidad como legado natural y cultural en el territorio europeo.
Un marco normativo sólido y consensuado para los próximos 10 años es, por tanto, clave para lograr el objetivo del 25% de las tierras agrícolas dedicadas a la agricultura ecológica y un aumento significativo de acuicultura ecológica para 2030, ambos objetivos establecidos en el Gran Pacto Verde Europeo a través de las Estrategias de la Granja a la Mesa y de Biodiversidad.
Figura 1.- Cambios destacados en el nuevo Reglamento nº 848/2018